por Cristina Rosolio. En medio de una crisis europea indisimulable, en Sudáfrica se juegan dos millonarios mundiales de fútbol por la Copa Mundial de la FIFA 2010, a cual más importantes: uno, que es el que se desarrolla en cada cancha, y el otro, el que por reflejo ocurre en cada país y en cada público. Entre ambos, logran transformar la realidad global en un engañador espejo aspiracional, comenzando por el hecho de tratarse del mundial más dispendioso de la historia. Se habla de millones y millones de dólares invertidos en estadios que -auguran los que saben- posiblemente jamás vuelvan a ser utilizados. Pero claro, también auguran se recuperará seis veces lo invertido, precisamente en ese territorio en donde las ambigüedades gobiernan, al punto de escuchar que algunos rubios, en medio de las goleadas, aún vociferan ¡Apartheid, Apartheid!, sin ninguna clase de recato. Gigantesca burbuja este torneo en donde el exitismo es capaz de ocultar crisis, miserias y delitos, tal como pas...